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Espiritualidad Salesiana

Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros

La caridad pastoral, en el centro de nuestro espíritu

Don Bosco vivió y nos transmitió, por inspiración de Dios, un estilo original

de vida y de acción: el espíritu salesiano.
Su centro y síntesis es la caridad pastoral, caracterizada por aquel

dinamismo juvenil que tan fuerte aparecía en nuestro Fundador y en los

orígenes de nuestra Sociedad. La caridad pastoral es un impulso apostólico

que nos mueve a buscar las almas y servir únicamente a Dios.
 

   

El Cristo del Evangelio, fuente de nuestro Espíritu

El espíritu salesiano encuentra su modelo y su fuente en el corazón mismo de

Cristo, apóstol del Padre.
Al leer el Evangelio, somos más sensibles a ciertos rasgos de la figura del

Señor: su gratitud al Padre por el don de la vocación divina a todos los

hombres; su predilección por los pequeños y los pobres; su solicitud en

predicar, sanar y salvar, movido por la urgencia del Reino que llega; su

actitud de Buen Pastor, que conquista con la mansedumbre y la entrega de

sí mismo; su deseo de congregar a los discípulos en la unidad de la

comunión fraterna.
 

   

Unión con Dios

Al trabajar por la salvación de la juventud, el salesiano vive la experiencia de la paternidad de Dios, y reaviva continuamente la dimensión divina de su actividad: “Sin mí no podéis hacer nada”  
Cultiva la unión con Dios y advierte la necesidad de orar ininterrumpidamente en diálogo sencillo y cordial con Cristo vivo y con el Padre, a quien siente cerca de sí. Atento a la presencia del Espíritu y haciendo todo por amor de Dios, llega a ser, como Don Bosco, contemplativo en la acción.
 

   

Sentido de Iglesia

De nuestro amor a Cristo nace inseparable el amor a su Iglesia, Pueblo de Dios, centro de unidad y comunión de todas las fuerzas que trabajan por el Reino.
Nos sentimos parte viva de ella, y cultivamos personal y comunitariamente una renovada conciencia de Iglesia. La demostramos con nuestra filial fidelidad al sucesor de Pedro y a su magisterio, y con la voluntad de vivir en comunión y colaboración con los obispos, el clero, los religiosos y los seglares.
Educamos a los jóvenes cristianos en un auténtico sentido de Iglesia, y trabajamos asiduamente para que crezca. Don Bosco nos dice: “Todo esfuerzo es poco, cuando se trata de la Iglesia y del Papa"
 

   

Predilección por los jóvenes

Nuestra vocación tiene el sello de un don especial de Dios: la predilección por los jóvenes: “Me basta con que seáis jóvenes, para que os ame con toda mi alma”  . Este amor, expresión de la caridad pastoral, da sentido a toda nuestra vida.
Por su bien ofrecemos generosamente tiempo, cualidades y salud: “Yo por vosotros estudio, por vosotros trabajo, por vosotros vivo por vosotros estoy dispuesto incluso a dar mi vida''

 

 

Amabilidad salesiana

Enviado a los jóvenes por Dios, que es todo caridad  , el salesiano es abierto, cordial, y está dispuesto a dar el primer paso y a acoger siempre con bondad, respeto y paciencia.
Su afecto es el de un padre, hermano y amigo, capaz de suscitar correspondencia de amistad: es la amabilidad tan recomendada por Don Bosco.
La castidad y el equilibrio abren su corazón a la paternidad espiritual, y hacen que en él se transparente el amor preventivo de Dios.
 

   

Espíritu de familia

Don Bosco quería que en sus ambientes cada uno se sintiera como en su propia casa. La casa salesiana se convierte en familia cuando el afecto es correspondido y todos, hermanos y jóvenes, se sienten acogidos y responsables del bien común.
En un clima de mutua confianza y de perdón diario, se siente la necesidad y la alegría de compartirlo todo, y las relaciones se regulan no tanto recurriendo a la ley, cuanto por el movimiento del corazón y por la fe.'
Un testimonio así suscita en los jóvenes el deseo de conocer y seguir la vocación salesiana.
 

   

Optimismo y alegría

El salesiano no se deja abatir por las dificultades, pues confía plenamente en el Padre:Nada te turbe , solía repetir Don Bosco. Inspirándose en el humanismo de san Francisco de Sales, cree en los recursos naturales y sobrenaturales del hombre, aunque no ignora su debilidad.
Capta los valores del mundo y no se lamenta del tiempo en que vive; aprovecha todo lo que hay de bueno

, especialmente si gusta a los jóvenes.
Está siempre alegre, porque anuncia la Buena Noticia. Difunde esa alegría y sabe educar en cl gozo de la vida cristiana y en el sentido de la fiesta: Sirvamos al Señor con santa alegría .
 

   

Trabajo y templanza

 El trabajo y la templanza harán florecer la Congregación; en cambio, la búsqueda de comodidades y bienestar material será su muerte.
El salesiano se entrega a su misión con actividad incansable, y procura hacer bien todas las cosas con sencillez y mesura. Sabe que con su trabajo participa en la acción creadora de Dios y coopera con Cristo en la construcción del Reino.
La templanza refuerza en él la guarda del corazón y el dominio de sí mismo, y le ayuda a mantenerse sereno.
No busca penitencias extraordinarias; pero acepta las exigencias de cada día está dispuesto a soportar el calor y el frío, la sed y el hambre, el cansancio y el desprecio, siempre que se trate de la gloria de Dios y de la salvación de las almas.
 

   

Creatividad y flexibilidad

El salesiano está llamado a tener el sentido de lo concreto, y presta atención a los signos de los tiempos, convencido de que el Señor también se manifiesta por medio de las situaciones urgentes del momento y de los lugares.
De ahí su espíritu de iniciativa: En lo que se refiere al bien de la juventud en peligro o sirve para ganar almas para Dios, yo me lanzo
hasta con temeridad .
La respuesta oportuna a estas necesidades le insta a seguir el movimiento de la historia, a vivirlo con la creatividad y el equilibrio del Fundador y a revisar periódicamente su propia acción.
 

    

Sistema preventivo y espíritu salesiano

Guiado por María, que fue su maestra, Don Bosco vivió, en el trato con los jóvenes del primer oratorio, una experiencia espiritual y educativa que llamó. Para él era un amor que se dona gratuitamente, inspirándose en la caridad de Dios, que precede a toda criatura con su providencia, la acompaña con su presencia y la salva dando su propia vida.
Don Bosco nos lo transmite como modo de vivir y trabajar, para comunicar el Evangelio y salvar a los jóvenes con ellos y por medio de ellos. Este sistema informa nuestras relaciones con Dios, el trato personal con los demás y la vida de comunidad en la práctica de una caridad que sabe hacerse amar.
 

    

Don Bosco, nuestro modelo

El Señor nos ha dado a Don Bosco como padre y maestro.
Lo estudiamos e imitamos admirando en él una espléndida armonía entre naturaleza y gracia. Profundamente humano y rico en las virtudes de su pueblo, estaba abierto a las realidades terrenas; profundamente hombre de Dios y lleno de los dones del Espíritu Santo, vivía como si viera al Invisible .
Ambos aspectos se fusionaron en un proyecto de vida fuertemente unitario: el servicio a los jóvenes. Lo realizó con firmeza y constancia, entre obstáculos y fatigas, con la sensibilidad de un corazón generoso: No dio(un)paso, ni pronunció palabra, ni acometió empresa que no tuviera por objeto la salvación de la juventud. Lo único que realmente le interesó fueron las almas .

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